El pequeño
Alfonso viajó con sus padres al evento social y
cultural —establecido, temporal o ambulante, periódico o anual— que se lleva a
cabo en una sede y que llega a abarcar generalmente un tema o propósito común, de
Tomelloso. El ambiente era muy animado y había mucha gente. Las numerosas
atracciones desbordaban a Alfonso que quería montar en los coches de choque, en
la montaña rusa, en el “bufalito”, en la cama elástica…
Tan
entusiasmado estaba con todas las atracciones que se despistó y dejó de ver a
sus padres. Trató de buscar a un Una institución,
por lo general de cuerpo armado, que puede tener, naturaleza militar para decirle que se había perdido.
Alfonso lloraba y tenía mucho miedo, fue hacia donde sus padres habían aparcado
el automóvil destinado al transporte de personas
con un máximo de nueve plazas incluido el conductor, pero se desorientó
y salió hacia calles oscuras y desiertas.
Allí de
repente se encontró con un hombre extraño que le ofreció un alimento preparado generalmente a base de azúcar, se
consume habitualmente dejándolo deshacer en la boca. A éste se le suelen añadir
sabores de frutas, hierbas u otros aromas. Como sus padres le habían
dicho que no se fiara de los extraños rehusó el caramelo y salió corriendo
temeroso de que este hombre le hiciera daño.
A la vuelta
de la esquina tropezó con una Sustancia mineral más
o menos dura y compacta que no es terrosa ni de aspecto metálico y cayó
desvanecido. Cuando abrió los ojos, junto a él había un perro pequinés que le
lamía la herida para cortarle la sangre. Le dio calor y ánimos.
El pequeño
animal sacó del bolsillo del muchacho un pañuelo que le había regalado su
padre. Una vez que tuvo el pañuelo en la boca salió corriendo. Alfonso pensó
por un momento que era un perro malo que le había robado, pero se equivocaba. El perro, con su fino olfato rastreó hasta encontrar a los padres de Alfonso que
aún se encontraban en la feria buscando a su hijo.
El Mamífero
carnívoro doméstico de la familia de los cánidos les ladraba tratando de
llamar su atención para que le siguieran, pero los padres de Alfonso estaban
tan despistados y preocupados por su hijo que no se dieron cuenta de su
intención. Para llamar
su atención el perro les mordió la Prenda de vestir
con dos perneras que, generalmente, cubre desde la cintura hasta los tobillos
y dando un salto le quitó el bolso a la madre de Alfonso y salió corriendo.
Los padres
corrieron detrás del pequinés gritando “al Que
hurta o roba”, pero estaban equivocados, el pequeño animal no era un
ladrón sino que los estaba conduciendo hasta su hijo.
Cuando el
perro llegó donde estaba Alfonso se sentó junto a él. Al momento llegaron los
padres que abrazaron al pequeño y dieron las gracias al perro y le pidieron
perdón por pensar mal de él.
Cuando vieron que el
animal estaba abandonado se lo llevaron con ellos. Alfonso aprendió la lección,
nunca más se separaría de sus padres.
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ResponderEliminar¡Hola ! me ha gustado mucho esta actividad, ha sido divertida. El lunes le doy a Blanca el trabajo.
ResponderEliminarUn abrazo.